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Mensajes 2005
Sievernich,
03.01.2005, apr. 17.20 horas
Sentí un gran calor,
luego vi la gran luz ovalada de la Inmaculada al lado izquierdo
junto al altar. La Madre de Dios, como la Inmaculada, salió de la
luz en dirección nuestra; Ella astaba vestida toda de blanco.
Llevaba una corona de oro sobre su cabeza, en sus manos tenía el
escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen) y un rosario hecho
de rosas blancas.
La Madre de Dios tenía sus pies sobre el globo de la tierra.
Ella inclinó la cabeza
hacia un costado y lloró silenciosamente.
Yo
le dije: “¡Te saludo, Santa Virgen María!”
Luego Ella nos miró a todos y dijo:
“¡Queridos hijos, orad, orad, orad! Orad y haced penitencia, para
que los hombres dejen de ofender tanto a mi amado y divino Hijo.
Cuantas veces los hombres rechazan Su amor. Yo os he llamado para
que participéis de sus Gracias.”
A
continuación le pude entregar mis intenciones. Muchas veces he
recibido invitaciones para sostener conferencias sobre las
apariciones de la Madre de Dios en Sievernich en diverentes lugares
o inclusive en otros países.
Ésto se lo dije a la
Madre de Dios y le pregunté, si esta era mi misión. Ella me
respondió:
“Tú
haz lo que Yo te diga, lo que mi divino Hijo desea que tú hagas.
¿Qué ha sucedido aquí?”
Le
dije, que Ella con su Hijo Jesús han aparecido aquí, en la iglesia
de Sievernich.
Luego Ella dijo:
“Tú no
tienes que hacer viajes por mi Hijo. Lo que sucede en esta iglesia,
es lo que desea mi amado Hijo.
Él os concede sus
Gracias. Éstas hablarán por sí mismas.
Tu misión es el centro
espiritual. Ayuda a las personas para que vivan su fe. Contempla a
mi Hijo Jesús.”
Le
pude presentar a la Inmaculada una segunda petición. Un hombre
estuvo preocupado sobre la validez de un Misterio de la Luz. Los
Obispos han acortado este misterio que el Papa había sugerido.
Entonces, él no sabía cómo lo debía rezar. La Madre de Dios me
respondió:
“Díle,
que él permanezca obediente a la iglesia. Que lo rece así en la
comunidad, en obediencia a los Obispos.”
La Inmaculada se
inclinó sobre nosotros con el escapulario del Monte Carmelo (Virgen
del Carmen), nos bendijo a nosotros y a los rosarios.
Ella bendijo en
particular a algunos enfermos. Me permitió tocarle su pie izquierdo.
06.01.2005,
Solemnidad de la Epifanía del Señor
Escuché la voz de
santa Teresa de Ávila:
“Jesús, el divino Niño en su encanto y sublime majestad, oculto a
los ojos de los hombres, llama a todos los pueblos hacia Si. Él
desea regalarse a cada pueblo.
Adoradle, vosotros pueblos, adoradle, al Rey de los Reyes.
Los Magos* le regalaron
dones de oro, incienso y mirra.
Pero vosotros, ¡regaladle
vuestro corazón y adoradle!
*Magos=astrólogos
Santa Teresa de Ávila me enseñó a rezar:
“Mi
Señor Jesús,
mirando a la humanidad perdida
Tú mismo Te hiciste Hombre,
a pesar de esto, Tu divina Majestad permaneció al mismo tiempo.
Sublime Salvador,
De la misma manera que los Magos Te encontraron y Te adoraron
también yo deseo adorarte.
Divinidad oculta,
Señor Jesús,
te adoro con todo mi corazón.
Oh Señor, Yo te confío todo mi ser.
Mi
vida entera, te la regalo, Rey de Reyes.
Suplicante me acerco a Ti,
en la esperanza,
que, benévolo Tú aceptes mi regalo.
Si
cuando Tú solo gobiernas en mí,
todo lo que haga será en Tu honor.
Yo no
tengo nada más que te pueda regalar.
Te pido,
transforma mi miseria en Ti.
Cuando
yo te miro, Señor
Cuando yo te adoro, entonces seré rica.
No
deseo adornarme con valores mundanales,
Yo deseo embellecer mi alma por medio de Tu amor y Tu amistad.
Te adoro,
Tú me regalarás el oro de Tu reino eterno.
Te
adoro,
Tú me adornarás con piedras preciosas,
las virtudes celestiales.
Te adoro, Señor
Jesús,
Tú me mirarás,
y pondrás dentro de mí tus divinas joyas.
la eterna fidelidad.
Te adoro,
pobre como soy, pero a pesar de ello, y por Ti adornada,
Tú me regalas los Dones del Espíritu Santo.
Te adoro, mi Jesús,
por eso doblo mis rodillas ante Ti,
pobre e indigna de Ti,
y a pesar de todo, valiosa ante Tus ojos,
y Tú quieres,
Que yo esté completamente en Ti y Tú completamente en mí.
Te adoro,
Tú, amor Amor infinito
Que se entrega por completo y sin reservas.”
Lunes, 17.01.2005
Escuché la voz de santa Teresa de Ávila:
“Contempla al Señor en silencio, así estarás completamente protegida
dento de sus manos. Él mismo quiere que tu alma esté a salvo en Él.
Quiere transformar tu corazón. Él, el amor mismo, desea preparar tu
corazón en Su trono. Permítele que entre, ora y busca el silencio,
para que tú cumplas Su voluntad.”
Ella me enseñó a rezar:
“En el silencio estoy completamente segura en Ti,
Oh Señor Jesús, Tú, Salvador mío.
El silencio sosiega mis anhelos de Ti,
Allí estás protegida.
El
silencio apaga la sed de mi alma,
Tú eres mi Agua Viva.
El
silencio sacia el hambre de mi corazón,
Tú eres mi Pan vivo.
El silencio detiene mis pensamientos,
Me abandono a Ti.
El
silencio tranquiliza mis actos,
Tú actúas en mí.
El
silencio calma mis oídos
sólo deseo percibir Tu Palabra.
El
silencio apacigua mis ojos
Deseo verte y permanecer Contigo.
El silencio me satisface en Ti.”
28.01.2005
Escuché la voz de santa Teresa da Ávila. Ella me enseñó a orar:
“Mi Señor Jesús,
entre Tus manos toma mi corazón por completo y sin reservas.
Siembra Tu amor dentro de éste.
Regálame la seguridad y la confianza de,
que Tu amor crecerá dentro de mí.
Para
Tu amor necesito un amplio corazón
que permita su crecimiento.
Señor, yo deseo ser Tu terreno fértil.
Tú
siembras, Tú eres mi agua viva,
y mi sol Eucarístico
Regálame un amplio corazón,
entonces se apartará de mí la estrechez del viejo Adán
Liberada de la estrechez y caminando por tu amplitud amante
llena de confianza podré amarte a Ti, Oh Señor,
y a mi
prójimo.”
Miércoles, 02.02.05, Presentación del Señor
Después de la oración, santa Teresa de Ávila me habló:
“Contempla conmigo al Señor, al Cordero Inmaculado, al Rey de los
Reyes, Todopoderoso y sacrificado por nuestros pecados. ¿Cómo puede
suceder esto? ¿No es incensato de Él, la sabiduría infinita? Por Su
inmenso amor a nosotros, Él nace como el Cordero de Dios para que no
nos perdamos.
Renuncia – Una
palabra, ésta, que a nadie le gusta, a menos que esté firme en el
Señor. La Santísima Virgen María renunció a su vida propia, y se
abrió por completo a la actuación de la omnipotencia divina en la
Anunciación del Angel.
San
José renunció a un orden de la sociedad en su tiempo. Como hombre,
estuvo expuesto a las consecuencias del pecado original y fue
tentado. Venciendo la tentación, el amor lo conduce hacia María y
Dios. Este amor permite que Dios le dé una señal. José fue un hombre
bien educado, mayor que María, sensato, y no sólo renunció a sus
derechos, sino que él renunció a la vida mundanal.
San José y la Santísima Virgen María, admirables en la contemplación
- su fortaleza yace en la renuncia al mundo.
Con
cuanta frecuencia he recomendado a mis hermanas en todas sus
dificultades, especialmente en las tentaciones, recurrir en oración
a san José. Si el Padre Celestial le confió en la tierra a su único
Hijo, asimismo la vida de la Santísima Virgen María, cuánto más
nosotros podemos esperar en su ayuda y recurrir a él llenos de
confianza. Yo me he encomendado todos los días a San José, porque yo
tenía conocimiento de su grandeza. Así como el Señor se entregó
lleno de confianza bajo la tutela de san José, de la misma manera Él
se entrega todos los días en las manos de los sacerdotes. Yo os los
quisiera encomendar en vuestras oraciones diarias a san José. Él los
fortalecerá en todas sus tribulaciones y los sacará de sus apuros,
porque él mismo vivió la renuncia al mundo.
Padres espirituales, no pidáis consejo a aquellos que aman la vida
mundana; aquellos no conocen la renuncia y piensan que es una
necedad. Más bien,
buscad consuelo con aquellos, que la han vivido en el pasado y la
viven en la actualidad. La renuncia al mundo abre vuestra alma a Su
Majestad. El hombre que no
renuncia, no reconoce al mundo ni las obras de Su Majestad.”
Viernes, 11.02.2005
Escuché la voz de santa Teresa de Ávila después de la oración
matutina:
“Amiga
mía, no te preocupes por aquellos que procuran tenderte trampas.
Ámalos, perdónalos, ora por ellos. Tú sólo mira a Nuestro Señor, Su
divina Majestad y a Su Madre celestial. Todo lo demás, no tiene
cabida dentro de tu corazón, porque Él mismo, nuestro Señor, desea
ardientemente vivir en tu corazón.
No es de extrañar,
que inclusive las almas devotas sean víctimas del orgullo y de los
celos, te miren a ti, pequeña, y todo lo declaren nulo.
Tú no eres digna, pero se
olvidan, que es el Señor, Su Majestad, quien todo lo ha querido de
esta manera. Tú
vives en su escuela. Aquellos no se miran a sí mismos y se olvidan
de sí por completo. ¡Deja que Dios obre! No te preocupes. Que se
haga la voluntad de Dios. Sólo ten cuidado de servir fielmante a la
iglesia. Escucha las palabras de Su Sublime Majestad y de nuestra
Madre celestial, sirve a la iglesia.”
Lunes, 14.02.2005
Una
estrella estuvo flotando sobre el pasillo central de la iglesia
desde la entrada hasta el área del altar. Debajo de ésta se formó
una luz blanca y ovalada. De esta luz salió el Arcángel san Gabriel.
Él tenía el aspecto y la vestimenta tal como aparece en el cuadro,
que fue pintado después de su aparición en la iglesia de Sievernich.
Él llevaba una túnica blanca y una banda azul alrededor de sus
caderas. Sus manos estaban juntas en oración. Su aparición era de
gran tamaño y la expresión de su rostro era bondadosa, pero seria.
Él
dijo:
“Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...”
Le
respondí: “...como era en el principio, ahora y siempre, por los
siglos de los siglos. Amén”
Además dijo:
“¡La
Reina celestial desea que vosotros ayunéis y oréis!.
Yo le presentaré vuestras
peticiones. Nuestro Rey celestial os regalará su salvación.”
San
Gabriel nos bendijo a todos en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
De
la luz ovalada detrás de él salió una luz blanquecina en dirección
nuestra. Repentinamente, desapareció él y la luz empequeñeció, hasta
que ésta no se pudo ver más.
Sievernich, 07.03.2005, aprox. 17.25 horas
Una estrella con
ocho puntas estuvo flotando en el aire, ésta partía desde la entrada
de la iglesia, atravezaba el pasillo central hasta llegar al área
del coro y, (desde mi punto de vista) se detuvo y estuvo suspendida
a lado izquierdo junto al altar.
Un ligero zumbido
acompañaba a esta estrella, la que pasó fugaz sobre nosotros.
Tenía unos 60 cms.de
diámetro. Un poco a su costado y por debajo, apareció una luz clara
y blanca, de ésta salió el Arcángel san Gabriel. Él estaba vestido
todo de blanco y llevaba una banda azul alrededor de sus caderas. La
banda tenía dos motivos bordados en
color dorado. El extremo superior de la banda mostraba una cruz, la
cual tenía la letra M como base y estaba rodeada de doce estrellas.
El extremo inferior de la banda mostraba la tiara.
El
Arcángel san Gabriel rezaba:
“Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...”
Al
final pude continuar: “Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Él
dijo: “¡Orad,
haced sacrificios, haced penitencia!
Ahora, él tenía dos copas en sus manos.
La de su mano izquierda
era oscura, y la de su mano derecha era de oro. Él me preguntó, cuál
copa yo elegiría. La copa oscura contenía los gozos terrenales, la
dorada, los gozos del celestiales.
Yo
elegí la copa con los gozos celestiales y él me dijo, que por ella
yo tenía que sufrir algo.
Él
se acercó y me dijo:
“¡Sígueme!”
Yo
no sabía a donde.
Nuevamente Él se
acercó más a mí y me dio la indicación de ir por el pasillo de la
iglesia y de arrodillarme frente al altar y al tabernáculo y repetir
lo que él me decía. Yo seguí sus instrucciones, de tal manera que
podía ver directamente el altar, el tabernáculo, y al Arcángel
Gabriel que estaba cerca de mí.
Él
oraba y yo repetía:
“Padre
Eterno, yo te ofrezco el Cuerpo y la preciosisíma Sangre de Tu
amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, en expiación de todas las
indiferencias contra el Santísimo Sacramento.”
(Nota aclaratoria propia: Espero haber podido reproducir el texto
exacto de la oración, debido a que recién lo pude escribir después
de la aparición.)
Además dijo:
“El
Rey celestial y la Reina celestial desean, que este lugar sea un
lugar de adoración y de conversión.”
Luego me dio la
orden de besar tres veces ese lugar, ante el altar y el tabernáculo.
Él dijo:
“Por
la conversión de los pecadores.”
A
continuación besé por primera vez el suelo.
Luego dijo:
“Por
los sacerdotes.”
Besé por segunda vez el suelo.
Luego dijo:
“En
expiación por las blasfemias, sacrilegios e indiferencias frente a
los Sacramentos.”
Por
tercera vez besé el suelo.
Él
dijo a continuación:
“Aquí
podéis experimentar la misericordia de nuestro Señor Jesucristo.
Esta es una Gracia sobrenatural.”
Finalmente nos bendijo a todos, a las cartas y a los rosarios en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y prometió, llevar
todas nuestras intenciones ante la Madre de Dios.
Sus
últimas palabras fueron:
“Alabado sea Jesucristo por los siglos de los siglos.
Amén.
Luego, él desapareció dentro de la luz.
La luz y la estrella
empequeñecieron y desaparecieron.
Lunes de la Octava de Pascua, 28.03.2005
Escuché la voz de santa Teresa de Ávila:
“Contempla conmigo a nuestro Sañor Jesús, el Crucificado, Sus
sufrimientos, la Cruz, cuan fuerte y pesada... No obstante, cuan
corto es este tiempo comparado con el gran gozo, que el Señor
continuamente nos regala.
Aleluya, verdaderamente ha resucitado el Señor, venció al mundo con
sus sufrimientos, con sus dolores. Mediante la cruz con nuestro
Señor Jesús los hombres obtendrán la salvación (Nota aclaratoria:
Sólo cuando nuestros actos, sacrificios y sufrimientos los unimos a
los méritos de Jesús y se los ofrecemos al Padre Celestial, éstos
traen la salvación de nuestra alma. Sin Cristo no hay salvación.
Juan 15, 4-6 Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el
sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la
vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid; vosotros
los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho
fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.)
Contempla conmigo al Resucitado. ¡Qué gozo tan grande Él deposita en
nuestro corazón a través del Evangelio! Nosotros podemos seguirle y
resucitar en Él. Jesús no nos abandona, Él permanece con nosotros
con el Espíritu Santo, porque Él ha resucitado.
Querido lector, ¡Todo esto Él lo ha hecho por ti, no lo olvides!
Él te ama desde el
principio, eres una parte de Él, y desea que tú Le encuentres, tal
como es su designio. Alegraos, porque Su Resurreción ¡Es la nuestra!
No os canséis de amarle a Él, en el gozo, ¡Seguidle!”
Ella me enseñó a orar:
“Camino entre oscuridad y sufrimientos,
Tú fuiste delante mío
Yo conozco el Tuyo, Tú mi camino.
Señor,
Tú no me dejarás ir en la incertidumbre
y me saldrás al encuentro.
Contemplo la Cruz,
pero no sin Ti, mi Señor.
Tú has
resucitado gloriosamente.
Con tu
luz vencedora,
nos has traido el gozo.
Mi corazón arde por Ti, ¡el Resucitado!
Permíteme, ¡oh Señor!,
resucitar cada día en Ti,
muéstrame tu vencedora Luz Pascual.”
Sievernich, 04.04.2005 La Anunciación del Señor
Sentí un gran calor. Desde mi punto de vista, al lado izquierdo
junto al altar, apareció la luz brillante y ovalada de la Madre de
Dios. La Inmaculada salió de esa luz.
Ella estaba vestida
toda de blanco, sobre su cabeza llevaba una corona de oro brillante.
En sus manos tenía
un rosario dorado.
Sobre su brazo
colgaba el escapulario marrón del Monte Carmelo (Virgen del Carmen).
Ella estaba
descalza sobre una nube, miró a todas las personas y sonrió. En
medio de mi gran alegría por su venida, le dije: “Te saludo, Santa
Virgen, por haber venido hoy... ¡por fin estás allí!”
Seguidamente, Ella me consoló y dijo:
“Todavía no me había despedido.”
Llena de alegría repetí sus palabras: “Sí, Tú todavía no te habías
despedido.”
Luego Ella dijo:
“Queridos hijos, Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi amado
Hijo Jesucristo.
Mi Hijo desea, que os consagréis por entero a mi Corazón
Inmaculado.”
Flotando en el aire se acercó a mí y con su mano me hizo una señal,
dándome a entender que debía echarme totalmente sobre el suelo del
pasillo central. Lo hice cumpliendo su deseo y repetí, lo que Ella
me decía:
“¡Oh
Jesús mío, yo te pertenezco por entero y sin reservas.
María, yo me consagro por
entero a tu Corazón Inmaculado. Oh Jesús, ten piedad de mí. Oh
Jesús, ten piedad de nosotros.”
Luego, regresé a mi lugar en la banca de la iglesia. Ella me dijo:
“¡El
Verbo se hizo Hombre!.
¡Qué ésta sea la Festividad de este lugar!
Pronto
he de llevar al cielo a mi amado hijo. Él será vuestro intercesor.”
“¡Orad, orad, orad!
¡Orad por todas las
naciones!”
Luego, Ella bendijo los rosarios en el nombre del Padre del Hijo y
del Espíritu Santo tomándonos a todos bajo su manto protector. Todos
quedamos protegidos bajo éste.
Por unos instantes
vi una luz en la cual se hallaba una multitud de personas con
hábito, sin embargo, no las pude reconocer.
Ella dijo:
Os
regalo las Gracias de mi Hijo Jesús.
Gloria al Padre al Hijo y
al Espíritu Santo, ...”
Respondí: “... como
era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Amén.”
Luego la Inmaculada retrocedió cautelosamente y desapareció en la
luz.
Cómo surgió el camino de oración entre Gürzenich y Sievernich
En
el mensaje del 3 de febrero del 2003, la Madre de Dios me hizo una
petición personal. Tras sus palabras (“¡Esta vez no puedo evitar que
el cáliz de mi Hijo se derrame sobre la humanidad! Pero a vosotros
os resguardaré bajo mi manto protector. ¡Orad, orad, orad!”) Ella me
pidió hacerle una ofrenda, recorriendo un camino de penitencia y
súplica desde Gürzenich hasta Sievernich. Empero, este camino no lo
debía recorrer sola sino en compañía de otras personas, el Lunes
Santo de cada año.
Las intenciones de las
oraciones de este camino estaban destinadas a los sacerdotes y
religiosas, por la paz del mundo, en nuestras diócesis, parroquias,
familias y nuestros corazones.
Gustosamente accedí
a su petición y compartí este mensaje con mi director espiritual de
aquel tiempo, quién más tarde me dio el permiso para llevar a cabo
este camino de oración. También mantuve una conversación con el cura
de mi parroquia, quién después de la oración matutina nos dio su
bendición sacerdotal antes de la peregrinación. De esta manera
anduvimos nuestro camino de oración de 23.5 kilómetros entre
Gürzenich y Sievernich, por primera vez en el 2003, lo repetimos
todos los años.
Domingo, 17.04.2005, Jornada Mundial de Oración por las vocaciones
sacerdotales
Escuché la voz de
santa Teresa de Ávila:
“Dios le dio al hombre su herramienta más importante: Sus manos
juntas en oración por amor dirigidas hacia Él.
Manos que oran son manos
que aman. Manos que aman son manos que ayudan. Manos que por amor a
Él rezan, son los puentes del Señor. Un puente que no tiene
principio ni fin, que sobrepasa todas las fronteras, que permanece
fiel y constante al Señor, porque lo conduce a Él, y es Él, quien
nos ha enseñado a construirlos.
¡Deo gratias!”
Sievernich, 02.05.2005, aprx.15.30 horas
Sentí un gran calor. Luego vi, desde mi punto de vista, la luz clara
y ovalada de la Madre de Dios al lado izquierdo junto al altar. La
Madre de Dios salió de esta luz como la Inmaculada. Ella estaba
vestida toda de blanco y tenía una corona de oro sobre su cabeza.
En sus manos,
que estaban juntas en oración, tenía un rosario dorado y el
escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). La Inmaculada
estaba descalza sobre una nube y a sus pies yacía una rosa abierta y
dorada. La hermosa
luz permaneció en segundo plano. Ella dijo:
“¡En
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo!”
Suspendida en el aire, se acercó a nosotros y nos dijo:
“Queridos hijos, Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi amado
Hijo Jesucristo. Vosotros habéis conseguido Gracias del cielo. Mi
querido Hijo os ha regalado a los Papas Juan Pablo II y Benedicto
XVI. Esta es la
respuesta de mi Hijo a vuestras oraciones.
Queridos hijos, que la fe sea una fe de corazón. Mi Hijo Jesús os
desea regalar una señal, sin embargo ninguna prueba.
Él quiere que, en amor
vosotros lo encontréis a través de vuestra decisión voluntaria.Todos
estáis llamados.
Él os invita a todos vosotros.”
La
Inmaculada sonrió. Ella abrió su manto y una luz salió de éste. El
Papa Juan Pablo II estaba bajo el manto de la Virgen María.
Él sonrió, se lo
veía mucho más joven, ya no estaba enfermo y quebrantado.
Él dijo:
“Por
haber seguido a Jesús, puedo sentarme ahora a su mesa – ¡no debido a
mis sufrimientos, sino por Sus sufrimientos!
La
Inmaculada dijo:
“¡Orad por la Iglesia, ¡es muy importante!
Hoy he
venido a vosotros, para regalarles las Gracias de mi Hijo Jesús.
Hija mía, ahora te confío al Señor en la Eucaristía.
Pronto llegará el tiempo
de la despedida.”
Ella bendijo a todas las personas y lentamente se retiró en la
hermosísima luz.
Sievernich, 09.05.2005
Mientras oraba en silencio ante el tabernáculo de la iglesia
parroquial de Sievernich, una luz clara salió de éste,
transformándose en un sol.
En este sol apareció
el rostro de Jesús, parecido al de la Síndone (Manto) de Turín, sólo
que más radiante y maravilloso.
Jesús dijo:
“Yo
soy el Señor, tu Dios. Yo estoy contigo.
A ti te regalo lo
que te haga falta.
Yo soy el amor mismo, y
sólo el amor puede acallar todo el mal. Yo soy tu Salvador, confía
en Mí.
Yo quiero sumergiros en mi Sagrado Corazón, Mi preciosísima Sangre
os purificará de todos los pecados.
Ofréceme en sacrificio la
preciosísima Sangre en especial por mis sucesores, los sacerdotes.
¡Mi
Amor triunfa! Amén.”
En
privado Jesús me dijo la siguiente oración:
“¡Aquel que se consagre a mi Sagrado Corazón y se sumerja por
completo dentro de Él, no lo dejaré solo!”
16 de mayo del 2005,
Lunes de Pentecostés
Escuché la voz de santa Teresa de Ávila:
“Amiga mía, si muchas personas acuden a ti pidiéntote consejo,
debido a que ellas dicen de sí, haber tenido experiencias
sobrenaturales con Dios, escúchalas y no pierdas la calma.
El verdadero Espíritu de
Dios se agita, y donde Él se agita, llena al alma de una vida nueva
en humildad y verdadero servicio.
El
correcto modo de proceder del que recibe los verdaderos dones de
Dios será: recurrir a la iglesia, a su director espiritual y a su
confesor. Si todo
esto no tiene lugar, recomienda al receptor (de los dones de Dios),
recurrir a la iglesia. Sin auxilio espiritual, el alma caerá en
confusión, pues los dones de Dios se deberán someter al juicio de la
iglesia; y es necesario tener cierta experiencia para poder
discernir, lo que proviene de Dios, y lo de la otra parte.
Si el
que recibe las gracias no se somete al juicio de la iglesia, no se
le podrá dar crédito en su totalidad. ¿Cómo llevará en sí mismo la
humildad y el temor de Dios? ¿No se lo debió comunicar a ella el
Espíritu de Dios?
Entonces, si aquella persona te habla de sus dones, recomiéndale
que, de inmediato se confíe a un director espiritual. De la misma
manera que tú te sometes al juicio de la iglesia, así es como Dios
desea que lo haga la otra persona y, sólo después del juicio de la
iglesia, podrá dar a conocer sus dones recibidos.
Si aquella persona
no lo hace, es porque está llena de orgullo y éste es quien se lo
impide. Entonces deberá callar.
Esta
ley es la voluntad de Dios, porque es buena. La Teología y las
experiencias divinas van juntas.”
Sievernich, 06. de
junio del 2005, apr. 17.22 horas
La
Madre de Dios, como la Inmaculada, salió de la hermosísima luz
radiante en forma oval. Ella estaba vestida toda de blanco y llevaba
una corona de oro sobre su cabeza.
En sus manos juntas en
oración, tenía un rosario hecho de rosas azules y con una cruz de
oro. Ella estaba
descalza, una rosa roja yacía a sus pies.
Con gozo sonrió y nos
bendijo a todos:
“En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.” Suspendida en el aire se nos
acercó, rayos dorados, provenientes de la corona de luz radiante que
la rodeaba, cayeron sobre todos nosotros.
Estos rayos incluso
alcanzaban a llegar hasta la salida de la iglesia. Ella dijo:
“Queridos hijos, ¡Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi amado
Hijo Jesucristo! ¡Orad, orad, orad! Hijos, ¿sabéis por qué os
acompañan tantos santos? ¿por qué ellos se han aparecido en
Sievernich? San Josaphat, la santa Hermana Faustina, san Charbel,
Miriam de Abellín, el Padre Alef?”...
(Ella mencionó
santos y personajes religiosos de importancia, que se habían
aparecido en Sievernich.)
“Ellos
oran por la unidad de la iglesia en la verdad. Sólo puede haber una
unidad en la verdad.
Yo he venido del cielo a vosotros, para bendeciros y fortaleceros,
para que podáis seguir a mi Hijo.”
Yo le presenté mis
peticiones y le dije: “Querida Madre de Dios, tu Hijo Jesús y Tú, me
habéis pedido que se construya un centro espiritual para la
adoración en Sievernich.
Sin embargo, yo no lo
puedo llevar a cabo si los sacerdotes no están de acuerdo.
¿Qué puedo hacer? Te pido
que me ayudes.
Ella dijo:
“Hija
mía, reza y haz todo lo que te diga. Quien no escucha mi palabra,
tendrá que responsabilizarse ante mi Hijo. ¡Ama y ora!
¡Perdonaos los unos a los otros! Mirad lo que mi Hijo Jesús ha hecho
por vosotros. Buscad refugio en Su Sagrado Corazón. Soportad grandes
cambios, sed fuertes en mi Hijo. ¡Amad, soportad, perdonad, sed
misericordiosos!”
Suspendida en el
aire, salió (de la iglesia) para bendecir también a las personas que
estaban allí. Pasados unos minutos, Ella regresó, nos bendijo y
aceptó todas nuestras peticiones con su Corazón abierto.
Yo tenía cierto temor que
ésta fuera su última aparición en Sievernich. Ella me aseguró que
ésta no sería su última aparición. Nuevamente Ella nos bendijo al
despedirse y pronunció “Gloria al Padre...” y desapareció en la luz.
Viernes 17.06.2005, 15.00 horas
Escuché la voz de santa Teresa de Ávila:
“Los que están cerca del Señor y se regocijan en su Amor, recibirán
sufrimientos de Él – y no solamente sufrimientos en sí.
El sufrimiento como tal
no tendría ningún sentido. El ser humano no lo desea.
Ellos
se unen al Crucificado y por sus sufrimientos padecerán con Él.
Ellos sufren por aquellos que están lejos de Él y viven en pecado.
Ellos sufren para redimir a los tibios y a los que están lejos de
Dios y por aquellos que en su vida espiritual ofenden constantemente
al Señor. El Resucitado regalará la redención a los que sufren por
Su Amor y a los pecadores debido a Su Misericordia.
Tú eres mi Pastor, Señor Jesús,
en un tiempo,
En el que con frecuencia tus ovejas están abandonadas.
Tú nos
dices: Sujetaos a Mí,
¡pues yo vengo a
vosotros como vuestro Salvador en la Eucaristía!
¡Vivid este tiempo conmigo!
Vosotros, ovejas mías, sed un solo rebaño,
para que las falsas doctrinas no os dispersen.
Yo quiero cuidaros y ver por cada uno de vosotros.
Venid
a Mí,
Yo os espero en los Sacramentos de mi Iglesia.
Allí estoy enteramente presente para vosotros.
¡Sentid y experimentad Mi Amor!
Esto, Señor Jesús, divina Majestad,
yo quiero seguirte a Ti y estar contigo.
Cada
vez que te visito en tu iglesia,
Tú me das fuerza
en mi vida.
Tú iluminas mi vida cotidiana.
Tú
dices que,
mediante la adoración nos regalas frutos espirituales,
a nuestros pastores, los sarmientos de Tu de tu viñedo.
¡Envíanoslos Señor!
Gustosamenre queremos corresponderte por este favor
y rezar por ellos,
para que Tu rebaño sea conducido por pastores,
Que vivan en Tu Amor.”
Sievernich, 4 de
julio del 2005 aprox.
17:24 horas
Sentí un gran calor; después apareció una luz blanca muy clara,
oval, de la cual salió la Madre de Dios como la Inmaculada.
Estaba toda vestida
de blanco llevando una corona dorada sobre su cabeza. En sus manos
tenía un rosario de flores azules y de su brazo pendía el
escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). Ella flotaba
sobre una nube blanca y una rosa dorada yacía a sus pies.
Ella sonrió y se acercó a
nosotros.
En primer lugar me
dio un mensaje personal.
Después dijo:
Queridos hijos, Yo os saludo y os bendigo en nombre de mi amado hijo
Jesucristo. Poned
todas vuestras preocupaciones dentro de mi Corazón Inmaculado. Mi
Hijo Jesús os ama y es misericordioso. Yo conseguiré alivio a los
que sufren en la medida que mi Divino Hijo lo permita.
Anda
al lugar donde te entregué mis secretos. Que allá se construya una
fuente. Muy profundo en la tierra encontrarás agua, la que
proporcionará alivio a los que sufren.
Yo
deseo que todas las naciones me visiten en este lugar no para gloria
mía sino para adorar aquí a mi Hijo Jesús".
Sobre todos nosotros descendieron rayos azules que salían de Ella.
Yo le conté mis
preocupaciones.
Ella me dijo:
"Si mi Hijo Jesús no te mandara sufrimientos, ¿cómo llegarás al
cielo junto a mí?"
Ella se dirigió
hacia afuera, bendijo a los que allí rezaban, regresó, nos bendijo a
todos y también bendijo los rosarios.
"En el Nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo" y desapareció lentamente en la luz.
16.07.2005 - Sobre la debilidad
“Si tú
crees que eres el vencedor sobre el pecado, de esta manera caerás
por el camino directo dentro de éste. No juegues con las
tentaciones, evítalas; muy pronto ellas te encadenarán. Si en tu
debilidad reconoces la grandeza del Señor, Él te fortalecerá con
firmeza. Él, el
Sublime, sabe que tú sufres bajo las consecuencias del pecado
original y que cada día recaes de nuevo.
Así, Él te levantará
siempre, una y otra vez, ...... Él... ¡el mismo Amor infinito!
Quien
verdaderamente reconoce sus debilidades, vive en el Señor, porque se
ha entregado por completo a Él.
Considérate débil y
tómate a ti mismo con ligereza, vive en Él, entonces Él te regalará
sin medidas y te fortalecerá.”
16.07.2005 - Señor, soy débil
(Esta oración fue revelada por sta. Teresa quien la recomendó como
oración interior)
Señor,
soy débil.
Fortaléceme,
porque sin Ti,
yo caería.
En la
necesidad
caigo,
y sin escapatoria,
me encuentro.
Te
llamo
sin cesar,
esperando
y confiando.
Orando
yo caigo
en Tus manos,
estoy protegida.
Tú
escuchas
mi llamada,
Tú amas a Tu hija.
Sievernich, 01.08.2005, aprox.17:24 horas
Sentí un gran calor
y vi, desde mi punto de vista, al lado izquierdo junto al altar una
bellísima luz clara en forma oval.
La Madre de Dios salió de
esa luz como la Inmaculada. Ella estaba vestida toda de blanco y
llevaba una corona de oro sobre su cabeza. En sus manos tenía un
rosario de rosas blancas.
En su brazo tenía el
escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen).
A sus pies yacían tres
rosas: una blanca, una dorada y una roja. Suspendida sobre una nube,
Ella se acercó a nosotros y sonrió. Yo le dije: “¡Te saludo, Santa
Virgen María!
Ella dijo:
“¡Oración, paz, oración!
Queridos hijos, Yo os saludo en nombre de mi amado Hijo Jesucristo.
Desde el
cielo he venido a vosotros – más no para que os volváis poderosos.
Mi divino Hijo Jesús desea que os convirtáis en personas que aman.
Las personas qua
aman dan gracias y piden, no exigen.
Acudid a mi Hijo
Jesús. Sentid como Él os ama.”
Ella nos bendijo a todos “En el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, y de su Corazón salieron bellísimos rayos hacia
nosotros. Luego,
la Santísima Virgen María extendió su manto sobre nosotros,
abarcando hasta el exterior de los muros de la iglesia.
Ella dijo:
“Di a tu director espiritual, que mi deseo es la construcción de la
fuente la Inmaculada!”
Siguió un mensaje personal.
Luego, suspendida en el aire, atravezó la iglesia dirigéndose hacia
hacia las personas que estaban afuera y las bendijo. Ella dijo:
“Hoy
he venido a vosotros, para aliviar vuestros sufrimientos.
Poned todas vuestras
preocupaciones en mi Inmaculado Corazón.”
Nuevamente nos bendijo “En el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Yo
le agradecí de todo corazón y la Madre de Dios desapareció
lentamente en la luz.
27.08.2005 -
El Amor vence los pecados del mundo
„Dios es el
orden eterno. Todo
en Él está bien calculado.
Su orden perdura por
siempre y yo te lo denominaré con una palabra: ¡Amor! El Señor mismo
es el Amor perfecto. Todo lo que está fuera de este orden, es
desorden, es pecado. De esta manera, el pecado consiste en alejarse
del Señor, el Amor mismo. La creación entera se somete a Su
orden...y de ese modo el mundo, que vive alejado de Él y no le
reconoce, será sanado y santificado sólo a través de su Amor.
¿Cómo
logrará esto Su Sublime Majestad?
Él envía su luz al mundo,
a los suyos, a los que proclaman Su Palabra y ardiendo de Amor por
Él hacen lo que el Señor les dice. No basta sólo arder en el
corazón.
Vencer el temor a los demás y hacer, lo que el Señor nos diga, es el
cumplimiento de Su Palabra.
Hombre de poca fe te
preguntarás, ¿no se consumirá ésta en el mundo...?
El
amor de Dios arde, pero no se consume.
La luz del Señor quiere
que la lleves protegida en tu corazón. Que esta llama se desarrolle
en el silencio y en la oración.
Considera: esta es
la preciosísima luz del Señor, la llama de Su Amor, que Él quiere
encender en ti y en tu prójimo.”
27.08.2005 - Señor,
en la oscuridad de mi corazón
(Esta oración fue revelada por Sta. Teresa quien la recomendó como
oración interior)
Señor,
en la oscuridad
de mi corazón,
enciende Tu luz.
Tu
luz:
extendiéndose en el silencio, flameando en la oración,
ardiendo en mi prójimo,
proporciona calor y refugio.
Dios
mío:
todo en todo
y todo en uno,
todo uno,
sólo Amor.
Sievernich, 05.09.2005, apr. 17.24 horas
Sentí un gran calor.
Al cabo de algún
tiempo vi, desde mi punto de vista, la bellísima luz blanca, clara y
en forma oval al lado izquierdo junto al altar.
Dentro de esta luz
flotaba la Madre de Dios como la Inmaculada. Tenía una corona de oro
y estaba vestida toda de blanco. Ella tenía un rosario largo hecho
de rosas blancas. La respectiva cruz del rosario terminaba con un
trébol. Ella estaba con sus pies descalzos sobre el globo de la
tierra. La parte inferior del trébol de la cruz del rosario rozaba
el globo de la tierra.
La Inmaculada tenía
en su brazo izquierdo el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del
Carmen). La Madre
de Dios tenía una expresión bondadosa, pero seria y flotando se
acercó a nosotros.
Le
dije: “Te saludo, Santísima Virgen María. Te agradezco por haber
venido hoy día a nosotros.” Ella respondió:
“Queridos hijos, ¡orad, orad, orad! Este lugar lo he elegido y
bendecido. Esta es la volundad de mi Hijo Jesucristo. Amad a mi Hijo
y sed agradecidos.
Muchos eventos
tendrán lugar en la tierra, a pesar de ello, Yo os he colocado bajo
mi manto protector.
¡Orad, no dejeís de orar!
Hija mía, no mires a la resistencia, mira a mi Hijo Jesús. Pronto
llegará el tiempo de mi despedida. Recíbeme con un vela bendecida.”
Ella nos bendijo a todos, especialmente a los enfermos:
“En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.” Ella dijo:
“Orad
en especial por aquellos que no aman a mi Hijo. Sumérgelos dentro de
la preciosísima Sangre de mi Hijo Jesús. Mi amado Hijo es la fuente
de todas las Gracias. ¡A Él se lo debéis agradecer!”
A
continuación pude tocar brevemente el escapulario de la Madre de
Dios. Luego, flotando en el aire salió (de la iglesia) y bendijo a
todos los peregrinos. Finalmente regresó y dijo:
“Nuestro encuentro será nuestra despedida. Queridos hijos, ¡Yo os
bendigo y deseo que viváis en agradecimiento, paz y amor los unos
con los otros!
¡Alabado sea Jesucristo!”
Dándonos su bendición desapareció dentro de la luz.
17.09.2005 - Sobre
la higuera estéril y la higuera joven
“En el
jardín de Dios hay una higuera deforme. El jardinero la cuida y,
puesto que la tierra en la cual está enraizada es fértil, espera
hasta el tiempo de la cosecha.
Al llegar ésta, él ve que
el árbol sólo ha dado frutos secos. Debido a que el árbol no dará
más frutos buenos y casi no tiene vida en sí, el jardinero lo corta
y le arranca las raices del suelo. Él cultiva la tierra buena y
planta una higuera joven, le echa la bendición y la deja crecer.
Ésta crece y se desarrolla bajo su cuidado y, llegado el tiempo de
la cosecha, da frutos en abundancia.
Reflexiona, amiga mía, el árbol joven no puede crecer junto al árbol
viejo y deforme. El árbol viejo e infructuoso con sus frutos secos
le quitaría la fuerza de la tierra y la luz del cielo. Por lo tanto,
ambos no pueden permanecer el uno junto al otro. Ni el árbol viejo
se regeneraría, ni el joven se plantaría a sí mismo, tampoco la
tierra se labra a sí misma ... Muchos se olvidan que, ésta es la
tarea del jardinero, que cultiva el jardín de Dios.
El
Señor te ha dado su bendición y ha enviado a su Madre a la
humanidad. ¡Tú sólo ora y llama! Contempla a nuestro Señor, no a los
frutos secos de aquel árbol deforme.
Considera que el
Señor también labró aquel árbol hasta el tiempo de la cosecha.
Sin embargo, lo
que no da frutos, lo arroja, para que el árbol joven y bendito pueda
dar frutos en abundancia.”
17.09.2005 - Señor,
sé mi bendición
“Señor, sé mi bendición,
Déjame crecer en Ti.
Sé mi suelo, mi
agua,
mi luz.
Yo quiero ser tu árbol,
regalarte frutos en abundancia.
Señor, sé mi bendición,
Mi protector contra todas las tempestades
y de todo peligro.
Tú, Señor, eres el
jardinero,
que planta, me protege y me cuida.
Te regalo mi vida.
Tómala para
Ti,
para que yo pueda crecer en Ti.”
30.09.2005 - Bienaventurados, los que creen sin haber visto
Un
hombre preguntó a través del Oasis Azul de la Oración: “¿Qué puedo
hacer para seguir verdaderamente el camino que el Señor me ha
designado y pueda complacer al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo?
Además tengo un anhelo muy grande de poder ver alguna vez también a
la Madre de Dios.”
Mientras yo oraba por este hombre, sta. Teresa de Ávila se dirigió a
él diciendo: “¡Abre tu corazón más de lo que tus ojos puedan ver!
01.10.2005 - Poner todo en las manos de Dios
Suelta
tus manos,
pon todo en las manos de Dios.
No temas, confía en Él
pues te lleva protegida en Sus manos
y te mantiene en Su Amor.
Confía
sólo en Él,
y deja que los hombres hablen,
que su propio juicio caiga sobre ellos mismos.
Ten valor,
humildad y reconócete a ti mismo
y deja que todo lo pasado produzca frutos maduros.
Ve lo bueno, de este modo tú crecerás.
Ten malas
experiencias, para así madurar.
La vida como la escuela de Dios,
la que en si lleva amor y sufrimiento;
Ten el
valor de ir por el camino del Señor.
Atrévete, no
tengas miedo.
Que torpeza sería,
no ir por este camino
Es
pasajera la luz del mundo
y sólo un débil reflejo
comparada con la luz eterna, Dios mismo.
Abre tus ojos, tus
oídos, tu corazón
y observa tu vida cotidiana.
Tú ves correctamente
cuando allí nuestro Señor te espera
para ir junto a ti por el camino hacia el Padre.
Eternamente protegida en Sus manos,
las que fueron, son y serán.
Nadie te consolará de esa manera,
Ni te levantará y mantendrá como el Señor.
Sievernich, 03.10.2005, apr. 17.26 horas
Sentí un gran calor,
luego vi la luz clara y en forma oval de la Madre de Dios. En medio
de la luz vi algo así como destellos de innumerables pequeñas
partículas doradas.
La Inmaculada salió de
esa luz ovalada. Ella estaba vestida toda de blanco y sobre su
cabeza llevaba una corona dorada.
En sus manos tenía un
rosario hecho de rosas blancas.
Sobre su brazo
colgaba el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen).
La Madre de Dios estaba
descalza sobre el globo de la tierra. Ambos pies estaban sobre
Alemania. Tres rosas formaban un semicírculo a sus pies.
En el medio una rosa
roja, a la izquierda una dorada y a la derecha (desde mi punto de
vista) una rosa blanca.
Ella sonrió y suspendida
en el aire se acercó hacia mí.
Luego, Ella nos
bendijo:
“¡En el nombre del Padre,y del Hijo y del Espíritu Santo!
Ella dijo:
“Queridos hijos, ¡Cuánto me alegran vuestras oraciones! ¡Cuántas
palabras ya os he dicho! ¡Cuántas veces os he visitado!
Ha llegado el tiempo
en el que la palabra no sea solamente proclamada sino que también
sea vivida. Es mi
deseo, que cada uno de vosotros sea un verdadero testigo de mi Hijo
Jesucristo. Yo os tiendo la mano. Yo os deseo conducir a mi amado
Hijo Jesús.
Orad
por todas las naciones, porque no quiero que mis hijos se pierdan.
¡Mi divino Hijo Jesús os ama tanto!”
La Santísima Virgen
María, suspendida en el aire, salió y de nuevo nos bendijo.
Transcurrido algún tiempo, flotando, regresó a nosotros y abrió su
manto, dentro del cual todos estuvimos protegidos.
Repentinamente, a sus
pies vi otra luz pequeña.
De esa luz salió un
monje con barba y llevaba un hábito claro con cogulla (capucha).
Tenía sus manos
juntas en oración.
Luego las abrió y vi
dentro de éstas una medalla con una cruz dentro.
Le pregunté quién era, se
presentó como Benito de Nursia. Él oraba con nosotros.
Luego, la Inmaculada nos pidió rezar juntos el Magnificat. Ella
comenzó:
“Alaba mi alma la grandeza del Señor ...”
Al
concluir la oración Ella dijo:
“Hija mía, bendice a tus perseguidores, evita el mal, Yo estaré
contigo.
Hoy deseo despedirme de vosotros.
Yo estaré siempre con
vosotros en este lugar. Ya he dicho todo. Vivid el Evangelio y
meditad mis palabras. Mi amado hijo Jesús me ha enviado a vosotros,
para que seáis testigos vivientes de Su amor. Orad, amad y haced lo
que mi Hijo Jesús os diga, porque el Verbo es eterno y vive. Dejad
que viva en vuestro corazón. Con gusto os quisiera volver ver a
todos vosotros en el cielo.
La Madre de Dios nos
bendijo a todos por última vez.
A través de la bendición
de la Inmaculada, todos recibieron una pequeña cruz luminosa sobre
la frente.
Ella sostuvo el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen) de
tal forma que yo lo pudiera tocar. La Santísima Virgen María tomó
todas nuestras intenciones en su corazón, así me lo aseguró.
Luego, suspendida en el
aire, retrocedió sonriente en la luz y desapereció, así como también
el monje llamado Benito.
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