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Mensajes 2004

Sievernich, 05.01.2004

La Madre de Dios apareció como la Inmaculada sobre una nube rodeada de luz. Su Corazón se abrió y todos quedaron sumergidos dentro de unos rayos de luz que salían de su Corazón. Ella estuvo acompañada de san Juan, el evangelista, quien estaba a su izquierda y un poco debajo de Ella. La Virgen María dijo:

“Orad, haced penitencia, no os olvidéis que el amor es mayor mandamiento. Id por el camino del amor y la misericordia, este es el camino de mi Hijo Jesús. ¡Cuánta alegría me dan todos los que visten el escapulario.!”

 

Sievernich, 2 de febrero del 2004

Durante el rezo del rosario en la iglesia de Sievernich, apareció la Madre de Dios como la Inmaculada. Ella salió de una luz clara y ovalada y bendijo a todas las personas. Sobre su túnica y su manto habían muchas gotitas transparentes. Ella dijo:

“Hija mía, tú ves las lágrimas que Yo derramo por mis sacerdotes.”

(Ella lloraba con la cabeza inclinada.)

Luego añadió:

“Yo os pido que oréis por los sacerdotes, de este modo se vestirán con las virtudes celestiales. Mi Hijo Jesús desea que lo sigan a Él por completo, sin reservas.”

Un sacerdote con ropaje negro estaba de rodillas y oraba ante la Madre de Dios. La Inmaculada flotaba sobre una nube a cierta distancia sobre él. Era el párroco de Sievernich en tiempos pasados: el cura párroco Alejandro Alev.

Del Corazón de la Madre de Dios salían rayos que bajaban hacia las personas.

El párroco Alef dijo:

“Yo he dado testimonio ante Dios y ante los hombres. De la misma forma que yo fui testigo, deseo alentar a todos los sacerdotes para que sean testigos del cielo.Yo os animo, a vosotros sacerdotes y religiosas, a vivir la fe.”

La Madre de Dios sonrió primeramente al cura Alev y luego a todos nosotros.

Párroco Alejandro Enrique Alev. “Mártir del siglo Veinte.”

Alejandro Alef procede de Colonia, nació allí el 2 de febrero de 1885. El 1.8.1909 recibió las sagradas órdenes de manos del Cardenal Antonius Fischer en Colonia. En octubre de 1930 fue párroco rural de la iglesia en Sievernich. Pronto comenzó a tener dificultades con el nuevo régimen Nazi, fue denunciado ante el NSDAP. (Partido Alemán Nacionalsocialista.)

En setiembre de 1943, bajo presión de la Gestapo recibió la orden con la prohibición total de sus actividades y fue expulsado de la diócesis de Aquisgrán. El Dr. Schüller, en aquellos tiempos Director del Hospital de Birkendorf, certificó que Alev era inapaz de ir a la cárcel. Debido a su condición física lo acogieron en el monasterio cisterciense en Marienstatt,  Westerwald. El cura Alev tenía que reportarse periodicamente a la policía.

En diciembre de 1943 también tiene que abandonar este monasterio e ingresa en el monasterio de los Hermanos de la Misericordia en Düren, Niederau, teniendo la obligación de reportarse regularmente a la policía. Fue en este lugar donde la Gestapo lo detuvo en febrero de 1944 y lo encarcelaron en la prisión de Adalbertsteinweg, Aquisgrán. Pero antes el cura Alev dejó su rosario y las reliquias de Germán José de Steinfeld, al cuidado de la hermana Juana, quien también provenía de Sievernich, con las siguientes palabras: “Éstos tampoco no los deberán tener.” El rosario  se conservó para los feligreses en la iglesia parroquial de Sievernich.

El 6 de setiembre de 1944 Alev fue trasladado al campo correccional de Messenhof, Deutz, Colonia. 14 días más tarde, en el mismo mes de setiembre de 1944 entró en el campo de concentración de Buchenwald (Weimar)

El 6 de enero de 1945, probablemente por estar muy cerca del frente, fue llevado al campo de concentración de Dachau, falleciendo allí el 16 de febrero de 1945 debido a su debilidad física y como concecuencia de una enfermedad.

El cadáver del cura Alev fue incinerado en el crematorio.

Por iniciatica del párroco Trimborn, la comunidad parroquial decidió en 1960 cambiar el nombre de la calle de la iglesia y ponerle el nombre de: Calle del Cura Alev.

 

Lunes 16 de febrero de 2004

Durante el rezo del rosario del lunes 16 de febrero del 2004, percibí un suave zumbido acompañado de una agradable brisa que pasaba delante mío, a mi lado izquierdo. En ese momento estábamos rezando el misterio “La venida del Espíritu Santo”, cuando apareció una pequeña luz clara, una estrella, al lado izquierdo junto al altar. Luego, un bellísimo ángel delgado y grande se mantuvo de pie junto a la estrella, él llevaba una túnica blanca con una faja color azul cielo alrededor de su cadera. Desde mi punto de vista, la estrella estaba, al lado izquierdo lejos del ángel, ligeramente sobre su cabeza. La faja le caía a su izquierda, ambas partes tenían bordados con oro, así como también ambos extremos de la faja tenían flecos retorcidos de color dorado. (Anotación propia: no lo puedo describir de otra manera). La parte superior del paño de la faja, mostraba una cruz bordada de oro, debajo de ésta, un círculo dorado con doce estrellas y una M en la mitad. El paño inferior, de color azul cielo, mostraba la corona de oro del Papa (tiara). Los cabellos del ángel eran de color rubio oscuro, eran cortos y un poco rizados, éstos caían desde su cara hacia atrás. Su rostro era joven y delgado, sus ojos azules. Sus manos estaban juntas en oración. Él dijo:

“El mandato de nuestra Reina ha sido ejecutado.”

Él abrió sus manos juntas por la mitad en dirección nuestra, y en éstas apareció una cruz con el Cuerpo de Jesús de una luz clara, la cual irradiaba hacia nosotros. Un poco más tarde, él se arrodilló ante el altar y continuó rezando el rosario con nosotros.

 

Sievernich, 1° de marzo del 2004

Sentí un gran calor y una luz ovalada apareció (desde mi punto de vista) al lado izquierdo junto al altar. La Madre de Dios salió de esta luz como la Inmaculada, estaba vestida de blanco y llevaba una corona dorada. Ella tenía las manos juntas en oración, en ellas tenía un rosario blanco hecho de rosas blancas y el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). Ella estaba sonriente, flotaba sobre una nube, luego se acercó y dijo:

“Queridos hijos, ¡Santificaos mediante la oración, sacrificio y penitencia! En este tiempo reina la Misericordia de mi divino y amado Hijo Jesucristo.

(Siguió un mensaje personal.)

“Sed misericordiosos, de la misma forma que mi Hijo es manso y humilde de corazón. De esta manera, todos los inconvenientes que vosotros tengáis pasarán como un soplo de viento.”

La Madre de Dios me permitió hacerle una pregunta:¿Quién era el ángel que apareció en la iglesia de Sievernich el día 16.02.2004?

Ella respondió: “El ángel de la Anunciación.”

Ella me preguntó: “¿Quieres permanecer fiel a Jesús? ¿Permanecerás humilde y sencilla?”

Contesté afirmativamente y se lo repetí, tal como Ella lo deseaba. Yo quiero permanecer fiel a Jesús, ser humilde y sencilla.

Ella se inclinó hacia mí y permitió que yo besara su escapulario. Luego se elevó sobre mi cabeza y una lluvia de pétalos de flores cayó sobre todos. Eran pétalos de rosas que estaban ligeramente encorvadas, la parte interior era blanca y la exterior azul. Antes de tocarnos, éstos se disolvían.

 

Sievernich, 3 de mayo del 2004

La Madre de Dios salió de la luz ovalada. Ella estaba vestida toda de blanco, como la Inmaculada. Ella llevaba sobre su cabeza un rosario hecho de rosas blancas. Le dije: “Te saludo, Santísima Virgen María.” Ella sonrió y la nube sobre la cual estaba suspendida se acercó a nosotros.

Ella dijo:

“Queridos hijos, hoy he venido para mitigar vuestros sufrimientos. Queridos hijos, no os olvidéis que el altar es el corazón de la iglesia. Orad y haced sacrificios por mis hijos sacerdotes. Vosotros todavía no podeís comprender mis palabras, que son las palabras de mi Hijo Jesucristo.”

Ahora, Ella abrió su manto, blanco y grande, en toda su amplitud y todos quedamos cubiertos bajo éste. Ella dijo:

“Yo os sumerjo dentro de mi Corazón Inmaculado.”

(Sigió un mensaje personal.)

La Santísima Virgen María, flotando en el aire, en primer lugar les hizo una cruz sobre la frente a las personas presentes en el el área del coro. Luego, suspendida en el aire, se dirigió a las personas presentes en la iglesia haciéndoles también una cruz sobre la frente. Nuevamente nos bendijo a todos y desapareció.

La Hermana Faustina estaba de rodillas y rezaba ante el altar.

 

Sievernich, 07.06.2004, a las 17.22 horas

Vi la luz clara y ovalada de la Madre de Dios y, desde mi punto de vista, al lado izquierdo junto al altar. La Madre de Dios salió de esa luz como la Inmaculada. Ella estaba vestida toda de blanco, tenía en sus manos el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen) y un rosario hecho de rosas blancas. Ella nos bendijo y dijo:

“Queridos hijos, ¡Orad, orad, orad! Con mucho gusto recibo vuestras peticiones y las deposito dentro del Sagrado Corazón de mi amado Hijo Jesucristo.

¡Venid a mí! Hago una llamada a todas las naciones.

Permaneced fieles a mi Hijo Jesús en las tentaciones, permaneced fieles a Él, hijos, y nada os pasará.”

Ella, flotando a lo largo del pasillo central de la iglesia, se dirigió a un hombre, se detuvo ante esa persona. Esta alma quedó libre. Luego nos bendijo nuevamente.

La Santísima Virgen María dijo: “¡Yo soy la vencedora de todas las batallas!”

A continuación, Ella, suspendida en el aire, se dirigió a las personas, las bendijo a todas y regresó a mi lado. Me permitió que le transmitiera todas las peticiones que anteriormente yo había recibido de muchas personas. En lo referente a mi petición de poder tocar su túnica con algunos rosarios, me permitió tocar sus pies con éstos. Sosteniendo los rosarios en mi mano derecha toqué brevemente su pie izquierdo. Nuevamente nos bendijo y desapareció.

 

Sievernich, 05.07.2004

Al principio sentí un gran calor, luego vi la luz ovalada de la Madre de Dios al lado izquierdo junto al altar, desde mi punto de vista. Ella salió de esa luz como la Inmaculada, vestida toda de blanco, con un rosario blanco hecho de rosas blancas y una cruz dorada. La Santísima Virgen María nos bendijo a todos en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

(Siguió un mensaje personal.)

Ella nos dijo:

“Queridos hijos, amaos los unos a los otros, ¡Sed humildes y misericordiosos! Yo he venido a vosotros, para santificar esta Diócesis consagrada a mí. Seguid el deseo de mi Hijo Jesús y mi deseo, que mi Hijo sea adorado con frecuencia en esta iglesia. De esta manera os podré regalar las Gracias de mi amado Hijo. Los frutos espirituales excederán los límites de esta localidad, si vosotros cumplís mi petición.”

La Inmaculada abrió su manto, éste se volvió cada vez más grande protegiendo a todas las personas tanto dentro como fuera. El manto de la Santísima Virgen María nos rodeó a todos con una preciosiísima luz clara.

 

Düren, Fiesta de la Humildad de la Virgen María, Sábado 17 de julio del 2004

Esta oración la tomé por escrito con la ayuda de santa Teresa de Ávila. Ella me la enseñó a rezar.

Jesús oculto en el tabernáculo

Mi Señor y mi Dios, oh mi Jesús,
seas alabado y reconocido por todos los tiempos,
Jesús, todopoderoso en el Padre,
Tú uno, etern
o,
para mí oculto en el tabernáculo.
Señor, cuánto valor se necesita,
cuanta humildad.
Para que Tú, en el Santísimo Sacramento,
y que por nosotros los hombres te hagas tan pequeño,
te entregas a través de las manos del sacerdote,
convirtiéndote en un regalo para todos nosotros.

Jesús, oculto en el tabernáculo, Tú allanas
todo los que nos hace falta, para poder estar cerca de ti.
En todas las necesidades, en todas las alegrías quiero permanecer en Ti,
Y permanecer en silencio,
Para así poder regalarme a Ti.
Que tu Corazón lata en mi corazón
Deseo sentir tu amor
Y, todo lo que sea mío
Sea totalmente quemado en Ti.

El ardor de Tu Amor me da fuerza,
Para poder ver Tu camino todos los días.
Con todo, pon a mi lado a Tu Santísima Madre,
Jesús, para así poder encontrar la fuerza,
E ir por tu camino,
Sin mirar ni a la izquierda ni a la derecha,
Escuchando otras opiniones.
Jesús, yo tan solo deseo verte a Ti.

A mí me falta todo lo que está en Ti.
Perdóname, Señor, por ser tan imperfecta
Enséñame, lo que a mí me falta,
Sé Tú un maestro misericordioso
Y condúceme fuera del pécado.
Yo soy nada,
A pesar de ello, Contigo y protegida en Tú Amor,
Todo lo puedo lograr.

Tócame,
Enséñame Jesús lo que puedo hacer para Ti.
Oh Jesús, yo te invito.
Ven, ¡Oh, ven a mí!
Dentro de mi corazón indigno.
Encuentra allí Tu lugar
Y haz que yo te pueda servir por completo, sin reservas.
Tú puedes transformarme
con tu Amor y en tu Amor.
¡Hazlo!

Jesús, oculto en el tabernáculo,
Tú, valioso tesoro.
Regalo del Padre a nosotros, los hombres,
Santifica a aquellos, mediante cuyas manos Tú te regalas a nosotros,
¡Tus sacerdotes!
Regálales valor y humildad,
Para que te vean.
Muéstrales el inmenso poder divino de la transubstanciación,
El Amor, que Tú los quieres hacer partícipes de él.

Tócalos y toca a los jóvenes,
Para que vayan por el camino de tus sucesores.
Llámalos, Señor Jesús, oculto en el tabernáculo,
Llámalos a Ti y a nosotros,
Para que no estemos solos.

Amén

 

02.08.2004 - ¿Qué es lo que caracteriza a un cristiano?

Santa Teresa de Ávila me hizo la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que caracteriza a un cristiano?

Yo reflexioné y estuve indecisa, pero ninguna de mis respuestas la satisfizo. Tras un momento de silencio, me contestó alegremente: “Un cristiano es misericordioso. Él entrega la justicia al Padre Celestial.”

 

Viernes, 20.08.2004 - ¿Dónde se encuentra Dios?

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila. Ella me propuso la siguiente tarea:

“¡Busca a Dios y díme dónde lo encuentras!

Le respondí: “Yo lo encuentro en la Eucaristía, en el Tabernáculo, en los Sacramentos que la iglesia nos administra y lo encuentro en los sacerdotes.”

Tras un momento de silencio me contestó: “Hija mía, Dios te sale al encuentro muchas veces al día en tu prójimo. El Padre Celestial creó al hombre a imagen y semejanza Suya. Por esta razón, es importante, que te santifiques en tu vida diaria. Esta es la voluntad de nuestro Señor.”

 

23.08.2004 – El Padre Nuestro

Escuché la voz de santa Teresa (de Ávila): “¡La paciencia es la cuna de los santos!”

Más tarde, tras el rezo del rosario en la iglesia de Sievernich, santa Teresa de Ávila estaba de rodillas ante el Tabernáculo. Ella me dijo: “Hija mía, ¡Ora conmigo! Ella empezó el Padre nuestro: “Padre nuestro que estás en el Cielo...”

Yo recé el Padre nuestro sola y le añadí por mi cuenta la aclamación “Tuyo es el Reino, tuyo el poder y la gloria por siempre Señor.” Esta es la manera como lo rezamos en la Santa Misa. Santa Teresa añadió a cada oración en particular del Padre nuestro, las siguientes enseñanzas.

(Por desgracia, en ese momento no pude tomar ninguna nota por escrito, puesto que no tenía ni lápiz ni papel. Sólo cuando llegué a casa pude escribir todo, y espero, no haber omitido o cambiado algo)

Padre Nuestro que estás en el Cielo...

Reflexiona, tú tienes un Padre que está en el Cielo, que Él es todopoderoso y que cuida de ti. Él, quién es todo, cuida de ti, porque tú eres su hija. Llama al Padre y habla con el Eterno. Dios, nuestro Padre, te ama, tú eres criatura Suya. Toda la creación está en sus manos.”

Santificado sea tu Nombre...

Bendecid, alabad y santificad el santo Nombre de nuestro Padre Celestial. Sus ojos reposarán sobre ti y el Espíritu Santo te fortificará y te guiará. Dios te ha creado a imagen Suya, para que tú encuentres tu realización en Él. Cuanto más le hable el hijo en amor y con respeto a su Padre, tanto más Él le regalará su amor.”

Venga a nosotros tu Reino...

Anhela el Reino del Padre Celestial. Deja de lado lo pasajero y pon en su lugar lo que es necesario. No obstante, abre tu corazón al Reino del Padre y estima el Reino eterno.

Hágase tu voluntad...

“¡No se haga mi voluntad, Padre, hágase tu voluntad.! Me entrego en tus manos. En ellas estoy protegida, cuando me regalo completamente a Ti. Lo que Tú quieres, es el amor solo, y solamente cuando yo me entrego y dejo todo, puedes llevar a cabo por completo tu voluntad en mí. De esta manera te puedo servir. Mi voluntad es débil, y yo soy miserable. Sin Ti, ¿no estoy total y completamente atrapada en el pecado? Por esto digo con alegría: Hágase tu voluntad, no la mía.!”

Así en la tierra como en el cielo...

“¿Cielo y tierra? No son dos mundos completamente diferentes, el eterno y el pasajero? Reflexiona, Dios, nuestro Padre, reina en el cielo así como en la tierra. Todo tiene su origen en Él, todo está en Él, todo retornará a Él. Búscalo con tu corazón. En tu corazón están en contacto el cielo y la tierra.”

Nuestro pan de cada día dánosle hoy...

El Padre cuida de sus hijos. Ora y trabaja, al mismo tiempo ¡No te olvides de tu prójimo!

Perdónanos nuestras deudas ...

“Dios, nuestro Padre, es misericordioso cuando, llenos de dolor de nuestros pecados, le pedimos perdón. El perdón es nuestra liberación, nuestra salvación. Búscala con frecuencia, y no te atraerás el juicio sobre ti.”

Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores...

Así como el Padre te demuestra misericordia, no se la rehuses a tu prójimo. No lo ates a través de la culpa. Perdona, libérate a ti y a los demás. Mediante el amor vivido, te entregas a ti y a los demás en las manos de Dios.

No nos dejes caer en la tentación...

“Dios, el Amor, no nos tienta jamás. Dios, nuestro Padre, permite que seamos tentados. Si Dios las permite, es para que tú madures y puedas reconocer, cuán grande es Él y cuán pequeña eres tú. Estas purificaciones sirven para tu salvación. ¡Acéptalas con paciencia!”

Más líbranos del mal...

“Evita el mal, y no dejes que las tinieblan penetren dentro de ti. Si has hecho algo mal, busca el perdón en Dios. De esta manera quedarás libre del mal.”

Tuyo es el Reino...

“Existe tan solo un Reino real y eterno, que es el Reino del Padre Celestial.”

Tuyo el poder...

“¿Qué puedo hacer con el poder de Dios? Todo. El Padre, el hijo y el Espíritu Santo son mi fuerza.”

Y la gloria...

“Dios, ¿Quién puede medir tu gloria, quien de nosotros la puede soportar? No hay nadie, quien pueda formular el concepto correcto en palabras e imágenes.

Por siempre. Amén.

“Sólo Tú eres eterno, ¡Mi Señor y mi Dios!”

 

Sievernich, 06.09.2004, desde apr. las 17. con 25 hasta apr. 17. con 36 horas

La Madre de Dios salió, como la Inmaculada, de una luz ovalada (desde mi punto de vista al lado izquierdo junto al altar). Ella estaba vestida toda de blanco y sobre su cabeza llevaba una corona de oro. En sus manos tenía un rosario hecho de rosas rojas. Ella estaba descalza sobre el globo de la tierra. Estando suspendida en el aire, se acercó a mí y me dijo:

“Queridos hijos: ¡Orad, orad, orad! ¡Orad y haced el bien! De qué os sirven las palabras si los hechos no sirven para nada. Orad por vuestras familias, en especial por aquellos, a quienes vosotros llamáis malos. ¡Tanto más necesitan de vuestras oraciones! No os olvidéis que mucho tendrá que suceder y que vuestras oraciones son importantes. Hoy he venido a repartir las Gracias de mi Hijo Jesús.”

La Santísima Virgen María abrió su Corazón, saliendo de Éste rayos que cayeron sobre nosotros.

Ella dijo:

“Uno de vosotros todavía no ha sido bautizado en Nombre de mi amado Hijo Jesús. A ti te digo, abre la puerta a mi Hijo.

Yo vengo a vosotros, para regalarles la paz de mi amado hijo Jesús. Yo deseo que esta paz vosotros la regaléis a vuestro prójimo.”

 

Sábado, 11.09.2004 – Sobre el trato con la Cruz

Tuve una sensación sobrenatural en mi corazón, era como si mi corazón se hubiera ensanchado mucho. Luego vi por un momento a santa Teresa de Ávila a cierta distancia de mí. Ella estaba orando en un campo lleno de rosas blancas. Ella me bendijo y dijo:

“Di a todas las personas, que sufren, que acepten tomar sobre sí la cruz por amor al Señor, el Altísimo. Ofrézcansela, entonces se transformará en gracia. El Amor solo del Señor transforma la cruz y el sufrimiento en alegría. Aquellos, a quienes el Señor ama, llevan una cruz, pero díles, que no la llevan solos, la llevan con Él y Él con ellos, tanto cuanto ellos abran su corazón a Él, el Amor. Él, el Amor mismo, transforma la cruz. Él lo puede hacer. ¿Cómo? Ahora bien, desde el principio está en Él mismo, así como el Padre era, es y será por toda la eternidad. A los que ama mucho, el Señor les coloca una cruz sobre los hombros, tal como la llevó Él mismo, el Altísimo. Piensa que, vuestra cruz es liviana y, cuando la llevéis por amor al Señor, se puede convertir en un goce para la eternidad. ¿Quién de vosotros está dispuesto a llevar su cruz sobre sí?

Me quedé privada del habla, luego pensé así, que no existe ninguna persona conocida que esté dispuesta hacerlo libremente, y también se lo dije.

Tras unos minutos de silencio, ella me respondió:

“Hija mía, los amados del Padre, Hijo y Espíritu Santo, están dispuestos a cargar su cruz.

¿Estáis agobiados y llenos de sufrimientos? Entonces contemplad al Crucificado y pensad, ¡Cuánto os ama el Señor!. Tomaos el tiempo, pues sólo de esta manera podréis cargar vuestra cruz con Jesús. El secreto consiste en entregarse por completo al Señor, confiar en Él y dejar que Él actúe. El amor y la cruz están unidos. La cruz es la gloria para la eternidad.

 

Viernes, 17.09.2004 – Sobre la autojustificación

Escucho la voz de santa Teresa de Ávila. Ella me saluda y dice:

“La autojustificación es una gran trampa del enemigo. No tengas más miedo, que de ti misma y del pensamiento de ser un buen cristiano. Cuando creas ser buena, entonces puedes estar segura que no lo eres. Dios no tiene más alegría contigo cuando te ve de esta manera. No te veas con tus propios ojos, mírate con los ojos del Señor. Sus ojos te ven con misericordia y sanan tus heridas. Así como Él te ve en su amor y misericordia, tú te sorprenderías, ¡de ver todo lo que te falta! El hombre sólo es bueno, cuando se valora poco a sí mismo, porque es cuando se ve con los ojos del Señor. Por eso, estad atentos, agradad al Señor y miraos con sus ojos.

Amiga mía, ¿Cómo lo lograrás? Te lo diré: Ora y pídele a Dios para poder ver con sus ojos. Que esta petición venga desde lo más profundo de tu ser. No tengas miedo de ver con los ojos del Señor. Así te conocerás a ti misma y serás más misericordiosa con tu prójimo y sus errores. De esta manera aprenderás, cuán falta más grande de caridad y de autojustificación se esconden tras ellos, y cuánto tu enemigo se alegra por esto. ¿No es nuestro deseo agradar al Señor, nuestro Salvador? Empieza a ir ahora por tu camino, todos los días de nuevo y comienza cada día amando al Señor, salirle al encuentro con agradecimiento y alabanzas.”

 

23.09.2004 Sobre el debido trato con los pecadores...

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila. Me saludó y dijo, que ella deseaba decirme algo referente al trato correcto con los pecadores.

“Mira, amiga mía, Dios no deja que el pecador permanezca como un prisionero en sus pecados. Es la libre voluntad del pecador el encontrar a Dios, nuestro Señor, buscarlo y salirle al encuentro, aún cuando esté lleno de culpas. El camino es pedregoso y empinado y lo conduce dentro de su alma, la que ha sido creada a manera de una fortaleza.

No pidas, lo que Dios no te pide. El Señor es misericordioso, bondadoso, paciente. Morada tras morada, el agobiado las indagará y, de acuerdo a su capacidad de comprensión, se encontrará nuevamente en el Señor. Muchas personas entran en una morada, la indagan y con facilidad encuentran el camino que les conduce hacia la siguiente morada, hasta haber explorado toda la fortaleza. Por otro lado, hay muchas personas que están agobiadas, indagan una morada y permanecen mucho tiempo dentro de ésta, hasta que su conocimiento les siga conduciendo. Otras, encuentran la entrada de la primera morada, entran en la siguiente, y regresan nuevamente a la primera morada, encontrando allí de acuerdo a su conocimiento, lo que no encontraron en su primera visita.

El conocimiento al que me refiero, consiste en reconocerse constantemente en el Eterno, el Altísimo, el encontrarse nuevamente en el Señor, de acuerdo a la voluntad de Dios, que Él se pueda encontrar nuevamente en nosotros. Tú no conducirás al agobiado por el camino hacia Él a la fuerza, con amenazas o ataques. Tan sólo cuando tú vivas en Él y Él en ti y tú vivas ese amor, conducirás al agobiado a lo largo del camino del amor del Todopoderoso. Él, el Señor, ama a los pecadores, sin embargo, detesta el pecado.

No le arrojes piedras al pecador que ya tiene suficiente con su carga. Ábrele el camino hacia el Altísimo. Cuidadosamente cubre los hombros del agobiado con el manto ligero de la verdad y el amor. Este manto será su vestimenta a lo largo del camino que lo conduce a Dios. Medita esto, amiga mía.”

 

29.09.2004

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila:

“Procura no ser la cruz de tu prójimo en la tierra. ¡Ayúdale a cargar su cruz!”

 

Sievernich, 4 de octubre del 2004 17. 21 – 17.32 horas

La Madre de Dios apareció como la Inmaculada, vestida totalmente de banco. En sus manos tenía un rosario hecho de rosas blancas, La Santísima Virgen estaba sobre una nube. Santa Teresa de Ávila estaba arrodillada a su izquierda. La Inmaculada nos habló:

“Queridos hijos, buscad el silencio. Mi divino Hijo Hesús desea, que os convirtáis en oyentes, que vosotros escuchéis Su Palabra. Cuánto os ama Él, por esta razón, es su deseo más ardiente, que vosotros seáis obedientes a la iglesia.

(santa) Teresa es una perla en sus manos. Lo que ella os regale, solamente proviene de sus manos. Sed obedientes, así, vosotros también seréis perlas en sus manos. ¡Buscad el silencio! Yo os deseo cobijar bajo mi manto protector.”

Ella se elevó a gran altura en el aire, se acercó a mí y abrió su manto sobre nosotros, el que llegó hasta los muros de la iglesia. Todos estuvimos cobijados dentro de éste.

 

Sievernich, 11.10.2004

Una vez terminado el rezo del rosario en la iglesia de Sievernich, estaba orando en silencio ante el tabernáculo. Repentinamente vi el tabérnaculo, era como si dentro de éste brillara un gran sol. Desde éste apareció el rostro de nuestro Señor Jesucristo, parecido al de la Síndone (Manto) de Turín.

EL TABERNÁCULO ABIRTO DE SIEVERNICH (FOTOGRAFÍA DE MONTAJE)

Sobre el tabernáculo, se podía ver el rostro vivo de nuestro Señor y nos miraba a todos. Su rostro era un sol dorado. El tamaño de su rostro, corresondía al interior del cuadrado del tabernáculo. Él dijo:

“Yo soy el Señor, tu Dios. Yo deseo apartar de ti, todo lo que te impida venir a Mí. Yo deseo que tú estés con las manos vacías delante de Mí, pues Yo deseo llenarlas con Mi amor. Regala Mi Amor, regálalo  apasionadamente y con derroche.”

El Rostro divino se convirtió en una hostia, la que lentamente desapareció dentro del tabernáculo.

Junto conmigo, algunas personas aún sintieron un gran calor.

 

15.10.2004 Fiesta de santa Teresa de Ávila

Escuché la voz de santa Teresa:

“Sal al camino y busca a Dios, el Señor, su majestad. Admira sus grandes milagros, alábalo por sus gracias, porque Él regala con tanta abundancia a los hombres, hasta entregarse a sí mismo todos los días en el sacrificio de la Santa Misa. Encuéntralo en ti, porque Él quiere vivir en ti y quiere transformarte en un tabernáculo vivo. Tú puedes ser su tabernáculo vivo.

Así, tal como Él te quiere transformar, mira también a tu prójimo. Tu prójimo, a través de ti, su tabernáculo, deberá encontrar al Señor. Que la luz del Señor resplandezca en ti, para que tu prójimo le reconozca y que de la misma manera se encienda para el Señor. El Señor desea, que tú lo acojas dentro de ti; que lo encuentres en tu prójimo y que lo veas en toda Su cración. No coloques sobre el Señor a la creación, al prójimo y a ti, porque Él es el Señor y todo procede de Él en el Padre.”

 

20. 10.2004

En la noche, escuché la voz de santa Teresa de Ávila. Ella me hizo la siguiente pregunta:

“Amiga mía, Nuestra Reina, la Medianera de las Gracias, se te ha aparecido tantas veces. Ahora, en su nombre te pregunto ¿Qué han producido éstas en ti?

Le respondí: Santa Teresa, yo no te puedo contestar tan bien como tú lo haces, a pesar de ello, trataré de hacer lo mejor que pueda: Las apariciones de la Virgen María, la Inmaculada, desataron en mí un gran amor a su Hijo Jesús. Y no solamente esto....me di cuenta de cómo Jesús vive en su iglesia, y cómo el amor a Jesús es al mismo tiempo el amor a Su iglesia.

La Madre de Dios me mostró, cómo Jesús regala a su iglesia a través de los sacramentos, porque Él mismo está en los sacramentos. La Inmaculada me dijo, que Su Hijo Jesús y Ella aman a los sacerdotes, a pesar de los muchos escándalos. El sacerdote es el sucesor de Jesús.

Las apariciones de la Madre de Dios han producido lo siguiente en mí: El amor a Jesús y a toda Su Iglesia y la consiguiente obediencia a su iglesia.

Santa Teresa me respondió: “Esto es lo que el Señor desea de ti.”

A continuación le dije: querida Teresa, tú has sostenido un espejo delante de mi alma y me has instruido. ¡Te lo agradezco! Yo voy a tratar de ver a mi prójimo con los ojos del Señor.

A lo que santa Teresa me dijo. “Por esta razón estoy contigo, porque el Señor lo desea y es necesario. Amiga mía, ¡tú, tan solo te tienes que esmerar!.”

 

21.10.2004

Santa Teresa oró conmigo y me obsequió la siguiente enseñanza:

“Aquel, que sin cesar busca al Señor, dice: Señor, yo quería encontrarte y admirarte en tus grandes milagros, me di prisa yendo de lugar en lugar sobre la tierra, allí donde moras, allí donde tu Madre Celestial ha dejado una señal. Yo he admirado todo y hasta mi alma se emocionó. Al abandonar aquellos lugares, estaba inquieta, pues era como que si Tú ya no estuvieras cerca de mí. En mi necesidad, te llamé Señor, a pesar de todo yo quería estar cerca de Ti. Entonces, muchas veces me di prisa yendo de lugar en lugar, sin embargo, yo no tenía paz y no te encontré más dentro de mí.

Al orar ante el tabernáculo, Señor, Tú viniste a mí, Tú maestro Misericordioso. En tus manos llevabas una llave de oro. Tú me dijiste:

“Yo quiero que te abras a mí...” y así, Tú me abriste a ti. Tocada por tu amor, Señor, te sentí dentro de mí. Luego me dijiste: “Te quiero entregar mis llaves en tus manos. Así como Yo te he abierto a Mí y te has convertido en Mi tabernáculo vivo, de la misma manera, con esta llave también tú abrirás a tu prójimo a Mí. Porque si tú pudieras ver con Mis ojos, te darías cuenta que Yo también quiero morar en tú projimo, porque Yo le amo sin condiciones.”

 

Sievernich, 08.11.2004

A mi izquierda escuché un ruido suave y delicado, algo como entre un silbido y zumbido. Una estrella pequeña con ocho ángulos y una luz clara voló, desde mi punto de vista, cerca de mí al lado izquierdo del altar, y permaneció inmóvil en el aire a gran altura. Debajo de la estrella apareció una luz blanca y resplandeciente. Yo reconocí al Arcángel san Gabriel dentro de esa luz. Él llevaba una túnica blanca y como cinturón tenía una faja dorada con bordados. Sobre la faja, se podía ver el emblema Papal en color dorado y la letra M como el fundamento de una Cruz rodeada de doce estrellas. Él dijo:

“Nuestra Reina celestial rogará por vosotros!”

Durante la adoración al Santísimo Sacramento del Altar, yo estaba sumida en oración, cuando repentinamente escuché que varias personas llamaban en voz alta desde las bancas de la iglesia: “¡La sagrada Hostia...el Niño Jesús...! Cuando la gente me llamó la atención, vi al Niñito Jesús delante de la Hostia, envuelto completamente dentro de una luz blanca y tenía algunos cabellos negros.

Él levantó su mano derecha para darnos su bendición.

Cuando el sacerdote, Sr. Dr. Bündgens, arregló un poco la Hostia de la custodia, se movió la Hostia, más no así la posición del Niñito Jesús quien permaneció invariable. El Niño Jesús estuvo visible para muchas personas por lo menos 15 minutos. Cuando el sacerdote sacó la Hostia de la custodia, también desapareció el Niño Jesús. Más tarde, a través de imágenes, pude reconocer que era el Niño Jesús de Praga, Él ya se había aparecido el 15.10.2001 en Sievernich.

 

Sievernich, 06.12.2004

La Inmaculada apareció vestida toda de blanco con una corona de oro y un rosario blanco en su mano derecha. En su brazo izquierdo tenía al Niño Jesús. Jesús apareció como un Niño de un año y medio, llevaba una túnica lisa, blanca y radiante y una corona de oro sobre su cabeza. La Madre de Dios con el Niño Jesús en sus brazos estaban sobre el globo de la tierra. El Niñito Jesús tenía en su mano derecha un gran cetro dorado, y en su mano izquierda, el escapulario del Monte Carmelo (Virgen del Carmen). Desde el Corazón del divino Niño Jesús descendían rayos dorados en dirección nuestra. Vi como ambos aparecieron al lado izquierdo del altar, pero más cerca al altar y, suspendidos en el aire, vinieron hacia hacia nosotros.

Jesús dijo:

“¡Yo os regalo mi bendición y mi paz!”

Su voz sonó un poco infantil, pero al mismo tiempo era cariñosa, clara y sabia.

Él me vió y me preguntó: “¿Qué deseas de Mí?”

Le respondí: “Jesús, Tú me preguntas ¿qué es lo que yo deseo? Yo he orado por el centro espiritual de Sievernich, el cual es Tu deseo y el de Tu Madre. Pero no sé dónde deberá estar, y estoy muy confundida en lo referente a este pedido. Jesús, yo te pido, ¡ayúdame junto con tu Santísima Madre!

Jesús me respondió: “¡Pon todo en las manos de tu director espiritual!

Finalmente le encomendé al Señor y a su Madre a todos los presentes, enfermos y necesitados. Yo le puede entregar los rosarios y nuestras intenciones al Niñito Jesús, a la vez que un rayo dorado descendió de su Corazón sobre las cartas, rosarios y sobre nosotros.

La Madre de Dios dijo: “Queridos hijos: Este es mi amado Hijo! Sed también como niños entre sus manos. Ved, que cuando yo miro a mi tierra, veo cuantas lágrimas derraman mis hijos. ¡Venid a mi Hijo Jesús! Él transformará vuestras lágrimas. Él las transformará en su Amor. También respetad a mis pequeños, a cada niño en particular. Cada niño es un regalo del Padre Celestial. Entendedlo y proceded conforme a ello. Respetad a mis pequeños, en cada niño encontraréis a mi divino Hijo Jesús.”

Ahora la Madre de Dios oró: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...”

Yo respondí: “...como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.”

 

08.12.2004

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila. Ella oró conmigo diciendo:

“Oh Jesús,
eres al mismo tiempo divino Niño y sublime majestad,
¿qué hombre podrá darse cuenta de Ti?
quién podrá comprender Tu amor hacia nosotros, miserables?

Necedad llaman los sabios a tu amor,
empero, Tú tan solo los miras y los amas.
Los pequeños aceptan agradecidos Tu amor.
Sin molestarles los ojos del mundo,
cuando Tú tan solo estás con ellos y los amas.

¡Muéstrate a nosotros, Señor Jesús,
Tú, Hijo de Dios!
¡No nos olvides, ten piedad de nosotros!

Tu amor es necedad para los sabios,
porque Tú te entregas por completo a través de los sacerdotes.
Señor, ¿Quién ha merecido tu amor?
¿Quién lo podrá decir de sí mismo?

Oh divino Niño,
Tú vienes a nosotros con todas tus delicias.
Tú nos regalas,
tanto a sabios como a pequeños.
Por nosotros Tú te vuelves pequeño,
para que así nosotros te podamos tomar.

Tu cetro es el amor,
la misericordia es el mundo en Tus manos,
tu vestimenta majestuosa es la fidelidad
y Tu corona de Rey, Oh Niño celestial,
es todo el poder del Padre
El Uno, que en sí a los Tres abarca.

Tu saludo es la paz,
Tus palabras infantiles nuestra bendición.

Oh Niño divino,
Quién a Ti te ve,
Reconocerá que Tú eres, oh Jesús,
Quien gobierna la iglesia y la conduce a través de todos los tiempos.

Pues, lo que es necedad, es lo justo para su Majestad,
la que regala abundantemente a los pequeños

y gobernará a los poderosos.

¡Oh Emperador celestial, míranos!
¡Oh Niño divino, gobiérnanos!

Amen.”

 

Nochebuena, 24.12.2004

Escuché la voz de santa Teresa de Ávila:

Valora la bendición de Nochebuena. Consúmete toda en el amor del Señor. Es incomprensible cuantas gracias se nos concede y siempre nos serán concedidas. Su Majestad suprema abandonó su trono divino y, por amor a nosotros, elegió la pobreza y pequeñez, lejos de toda sublimidad. ¿Por qué razón hizo esto Él por nosotros?

Porque Él nos ama, a cada persona... y así Él quizo estar cerca de nosotros. Su divina Majestad, nacido como Hombre, un testimonio de su amor infinito. Contempla al Niño en el pesebre, ¿comprendes tú también lo que Él te quiere decir?”

‘Ama de la misma manera como Yo también te he amado y siempre te amaré. Mírame, estréchame en tus brazos. Así, Yo quiero encontrar una entrada en tu corazón; regálame tu amor. Que tu fe sea una copia de mi amor vivo. Yo no quiero que tú Me mires, que te enamores de Mí y me llames: ¡Señor, Señor! Yo quiero que tú me ames por completo, sin reservas. ¡Ámame! Que tu amor sea vivo y apasionado. Que tus palabras y tus actos sean una única expresión de Mi amor. Que tu fe sea Mi amor que mora en ti. En los sufrimientos, Mi amor arde como el fuego. Consúmete por Mí, ¡Yo deseo ser uno contigo!’

“Así me habló el excelso y divnio Niño Jesús en la Nochebuena, así Te habla a ti y a cada persona. De este modo, el divno Rey hace una llamada muy especial a sus sacerdotes y a todos los consagrados, a ser testigos vivientes de su amor. Amiga mía, si Él te ha llamado de una manera tan ardiente, ¿de qué modo hablará entonces a sus sacerdotes?

Al final, Ella rezó conmigo la siguiente oración:

“Espíritu Santo, Fuerza Divina y Sublime,
abre las puertas de mi corazón a mi Señor.

Espíritu Santo, tu viva Fuerza de Dios,
ven a mí y vivifícame.

Espíritu Santo, amante Sabiduría,
Condúceme por el camino hacia el Señor.

Espíritu Santo, Amor ardiente de Dios,
Regálame un corazón que dé más de lo que recibe.

Espíritu Santo, Verdad Divina,
Permanece conmigo, para que yo pueda seguir a mi Señor Jesús.”


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