Mensajes Niño Jesús
Comienzo

 

Aparición del Niño Jesús de Praga en la Sagrada Hostia durante la adoración en la parroquia de Sievernich el 4 de noviembre de 2019 a las 19:10hs.(más o menos)

El Niño Jesús de Praga apareció viviente en la Santa Hostia durante la adoración en la parroquia de Sievernich el 4 de noviembre de 2019 por 12 minutos.

Lo vieron por lo menos 15 personas. Cuando el sacerdote realizó la bendición eucarística el Niño Jesús permaneció en la Sagrada Hostia. Él permaneció también en la Sagrada Hostia después de la bendición eucarística y hasta que la Sagrada Hostia fue sacada de la custodia.

 

Aparición del Niño Jesús de Praga en el terreno de la casa Jerusalén en Sievernich el 4 de noviembre de 2019 a las 19:40 hs.

Como no podía pasar por entre la gente, pude pararme sólo a un costado de donde estaba el grupo de creyentes orando. Ellos estaban esperando delante del terreno de la casa Jerusalén. Del lado de en frente del terreno de la casa Jerusalén aparecieron tres rayos en el cielo. A pesar de que el cielo estaba ya completamente oscuro se mostró un color claro en el cielo ahí donde se pudieron ver los tres rayos. De ese lado del cielo donde se vieron los tres rayos vino una esfera dorada volando hacia nosostros. Varias personas vieron ese comienzo de la aparición.

La esfera dorada vino muy cerca de nosotros. Se detuvo sobre el terreno de la casa Jerusalén y se abrió. De la esfera salió una luz brillante que palpitaba. La esfera estaba rodeada de una gran luz clara.

Entonces ví al Niño Jesús completamente rodeado de una bella luz brillante. El Niño Jesús tenía tres metros de alto más o menos. El Señor llevaba una hermosa corona grande y dorada. El tenía cabello oscuro con  rulos y ojos azules sin igual (ùnicos). El Niño llevaba puesto una túnica roja y sobre ésta una capa real roja, la capa de Su Preciosa Sangre que estaba adornada con lirios dorados. En Su mano derecha llevaba un cetro dorado y grande, y en Su mano izquierda un libro dorado. El Rey Celestial tenía más o menos la edad de nueve años. El tenía Su Corazón dorado abierto (suspendido) por sobre la túnica.

El manto/la capa del Rey Celestial estaba ampliamente abierta. Jesús nos bendijo. Llena de alegría Le pedí inmediatamente que nos rociara con Su Preciosa Sangre que nos redime de todos nuestros pecados. Por eso Le pedí eso entrañablemente. Respondiendo a mi pedido nos roció El infantil Rey Celestial con Su Preciosa Sangre.

Él empezó al mismo tiempo a rezar. Y de la manera siguiente teníamos que rezar con Él:

“En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.”

Entonces:

“Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.”

El Rey Celestial dijo:

“Me alegro, queridos hijos, por vuestra oración (vuestro rezo). Mi Preciosa Sangre os ha redimido. Buscad vuestro refugio en Mi Preciosa Sangre. Suceda lo que suceda, permaneced fieles a la fe de vuestros padres*.

*Observación personal: aquí se refiere Jesús a los padres de la fe de la iglesia católica. Y no a los padres terrenales biológicos.

“Rezad y haced penitencia”

Yo dije: Mira Señor cuántos han venido a rezar.

El Señor respondió:

“Cuánto Me alegro!”

El Niño Jesús sonrió y dijo:

“A través de vuestra oración (vuestro rezo) el brazo y la mano en la que llevo Mi cetro no bajará (se inclinará) todavía."

Mientras el Niño Jesús decía eso me mostraba claramente Su brazo y la Mano con la cual Él sostenía el cetro.

Entonces El Rey del Cielo se me acercó más y me dijo:

“Han infringido Mi Primer Mandamiento. Ofreced al  Padre Eterno Mi Preciosa Sangre.”

Yo respondí: “Sí, Señor”

Yo dije: “Muchos vienen a mí y me preguntan qué pienso sobre otros mensajes.”

Él me dijo:

“No juzgues. Esa no es tu tarea. Dí sólo lo que ves y lo que escuchas”.

Jesús dijo:

“El mundo se ha apartado de Mí. No miréis hacia el mundo, no miréis hacia las herejías, no miréis hacia el espíritu de la época. Mirad (hacia) Mi Sacratísimo Corazón!”

De repente brilló hacia abajo Su Dorado Corazón sobre todos los presentes, y una preciosa lluvia de rayos dorados cayó de Su Corazón sobre nosotros.

En ese momento dijo el Niño Jesús:

“Miradme a Mí, Yo Soy vuestro Salvador, Yo soy vuestro Redentor. Orad:

“Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados y líbranos de las llamas del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu Divina Misericordia.

Sacrificad Mi Sangre Preciosa por todos los herejes. Tenéis que ofrecerla a través de las manos de Mi Madre Inmaculada. Orad así:

“Eterno Padre, te ofrezco a través de las manos de la Inmaculada Madre y Santísima Virgen María, la Preciosa Sangre del Redentor, de Tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por los pecados cometidos en la iglesia y en el mundo. Señor Jesucristo, Te pedimos que nos rocíes con Tu Preciosa Sangre a nosotros y a todas las almas por las que ofrecemos sacrificio y por las que rezamos.”

Ya que las personas rezaban en voz alta, yo Le dije a Jesús en voz baja que yo había encerrado esta oración en mi corazón.

Él dijo:

“Haced caso a Mi Palabra. Reflexionad todo. Colocad Mi Palabra en vuestros corazones. Yo voy a cada uno de vosotros.”

Entonces el Rey del Cielo flotó en el aire por sobre todos nosotros abriendo Su Manto. Él nos bendijo y empezó a rezar:

“En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.”

Nosotros teníamos que rezar con Él. Y después siguió rezando para que rezaramos con Él:

“Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.”

Entonces se despidió Jesús con la palabra:

“Adieu” (adiós)

Yo dije: “Te doy gracias Señor Jesús. A Tí Te sea dada alabanza, gracias y honor por toda la eternidad. Amén.”

Este mensaje se da a conocer sin querer anticiparse al juicio de la iglesia.