Domingo, 17 de enero de 2021
En la Santa Misa del domingo, cuando el sacerdote eleva la Hostia durante la Santa Transubstanciación, veo el doloroso, sangriento, Sacratísimo Rostro de nuestro Señor Jesucristo en la Hostia, coronado de espinas. La corona de espinas tenía grandes espinas y (la corona) no iba solamente por aldrededor de la cabeza, sino que los cabos se veían como un sombrero, también por sobre la cabeza del Salvador. Primeramente vi Su Sacratísimo Rostro, sin palabras. Después de un momento Él dijo:
“MíraMe. Después mira lo que hacen con Mi Sacratísimo Sacrificio. Después mira al mundo.”
Pero había una continuación. Más o menos a las 15:05, a la Hora de la Misericordia del Señor según la Hermana Faustina, estaba yo afuera dándoles de comer a los caballos. En la casa de madera les ponía nueva comida. Las puertas de la casa de madera estaban abiertas. Yo estaba parada de lado hacia la puerta. En mi mano derecha tenía la pala para el alimento de los caballos.
De repente el interior de la casa de madera se llenó intensamente de luz. Se volvió totalmente claro. En ese momento entendí que eso sobrepasaba el límite de lo normal, pues algo así no había vivido nunca.
El día estaba nublado y gris. Entonces miré hacia la puerta y a través de la puerta, hacia afuera. El cielo se abría cada vez más y el sol rotaba, y bajó del cielo al muro (sobre el muro) que estaba a 10 metros de distancia de mí. Y permaneció rotando ahí sobre el muro. E irradiaba muy mucha luz. Yo no podía moverme. La pala que tenía en la mano con el alimento para los caballos se me cayó, junto con el alimento.
Yo estaba tan asombrada y sorprendida. No contaba con eso. Entonces levanté mis brazos y agradecí al Padre Eterno en el Cielo, a Jesucristo, El Hijo de Dios y a la Santísima Trinidad por toda la eternidad. Más no pude hacer. Eso duró más o menos 1 minuto. Entonces despareció todo de una sola vez.
Los caballos permanecieron tranquilos y comieron. Yo reflexioné sobre todo (lo sucedido). Yo veo ese signo como ratificación de lo que sucedió en la Santa Misa. Cuando El Señor regala esos signos tan intensos, entonces Él nos muestra Su cercanía. Pero Él nos muestra también cambios masivos que van a venir.
Este mensaje se da a conocer sin querer anticiparse al juicio de la iglesia.
copyright © Manuela 2000